domingo, 3 de mayo de 2015

Yo también te quiero, mamá

En el diccionario hay palabras bellas, largas, cortas, odiosas, y también hay palabras mágicas. Una de ellas es "mamá".

Las madres estáis hechas de otra pasta, de una pasta que puede con todo, que no se pasa y siempre está a punto. Preparadas para batallar a cualquier hora del día, ¿cómo lo hacéis? Si yo me estreso con mis avatares cotidianos, os imagino a vosotras con esos avatares multiplicados por diez y con hijos que valen por mil. Os admiro, a las madres que sois MADRES, con todas las letritas y en mayúsculas, con todas las obligaciones, responsabilidades y generosidad abrumadora. Porque vuestra rutina cambia de la noche a la mañana y vuestra escala de valores da un giro de 180º; porque sois unas valientes y nos sacáis adelante como sea, con una fortaleza digna de aplauso y ovación; porque sois capaces de dar la vida por un hijo sin pensarlo e hipotecar vuestros sueños eternos por él. Eso es amor.


Os admiro, porque siempre estáis ahí, aunque a veces no compartáis nuestras decisiones conscientes e inconscientes, nuestras locuras pasajeras de ciencia ficción, aunque os entren ganas de mandarnos al quinto desierto de Arabia, a pesar de todo siempre estáis ahí. Magia. Os admiro, porque una vez nos ponen en vuestros brazos la alegría y el sufrimiento os acompañarán de por vida. El sufrimiento. Si alguien se emociona, sufre y padece por un hijo, esa sois vosotras. Os admiro porque tenéis la capacidad de convertiros en médicas, profesoras, abogadas, cocineras, psicólogas, videntes… todas las profesiones concentradas en una persona. Merecéis un monumento, no un día. 24 horas de celebración es un despropósito.

Mi madre, que es del gremio de las madres pesadas, me bombardea con mil frases diarias (la mitad las ignoro o me volvería loca) y entre todas ellas pronuncia una que es clave: “No sabrás lo que es querer hasta que no tengas un hijo”. Y esta afirmación, me la creo. No la pongo en duda ni un segundo de mi ignorante existencia. Solo hay que oíros, solo hay que veros. Las madres. A vosotras no os importa que ya sepamos cuando tenemos frío y cuando no, cuando tenemos que entrar y salir, no os importa que seamos adultos. Ignoráis el tiempo, los años cumplidos o las distancias pasadas. Siempre diréis a media voz que nos llevemos una chaqueta, aunque el termómetro marque 28º a la sombra. Bendita paciencia y benditas madres.

Felicidades a todas, a las que habéis parido entre dolores y a las que habéis criado como si hubierais parido, y en especial a la mía. Ojalá la vida me regalé mucho tiempo para seguir pronunciando esa mágica palabra que es "mamá".

2 comentarios: