domingo, 5 de julio de 2015

Hasta que la vida nos separe

Ni jugaba con muñecas ni soñaba con boda… que sí, que cuando digo que era una niña rarita es por algo. Sigo siendo rarita, igual sigo siendo una niña. El caso es que de pequeñas, cuando se quiere ser mayor, las niñas suelen fantasear con su boda de ensueño, con lanzar el ramo al aire, con el príncipe azul y el vestido de cuento. Casi todas. Ahora que es tiempo de brindis y de bodas me ha venido a la cabeza una frase que me hace enarcar las cejas en las celebraciones de vivan los novios.

"Hasta que la muerte nos separe". Esa es la frasecita en cuestión. La que me provoca un “ya, ya” interior. Sí, interior; porque oye, en las bodas, aunque no sea el plan que más me motive, yo ni mu… Aplaudo, suelto alguna lágrima tontina si la novia es mi amiga y deseo la felicidad suprema. Pero en mi interior, al escuchar la frase, pronuncio un “ya, ya, en el mejor de los casos”. Porque lo que acaba separando no es la muerte, es la vida.

Y qué le vamos a hacer si la vida es muy puta y se mete en medio de los perfectos planes de todo ser viviente. La vida es así, no la he inventado yo. Y ella es la que se encarga de separar y juntar personas a su antojo, con descaro, sin miramientos. Así es ella, con sus medias sonrisas y sus cambios de sentidos y de velocidad. Y lo mismo nos da una tregua y nos regala unos años de ventaja, pero siempre es ella la que manda, la que dice cómo, cuándo y por qué. Es una entrometida, te cambia el guión y te deja con la palabra en la boca y con los sueños temblando.

Pues sí, es lo que suele pasar. Y no pasa nada. La historia continúa, por otros caminos, con otros sueños, con otras frases igual de ciertas. Por eso me gusta cuando veo a ancianos que se quieren y no aparentan, que se han tomado al pie de la letra aquello de "hasta que la muerte nos separe", aquello de "en la salud y en la enfermedad". Me fascinan, porque han tenido suerte, han podido con las zancadillas, con los traspiés traicioneros, porque han sido más listos que ella o unos inconscientes, a saber… pero me gustan, porque me parecen una novela viva.
 
 

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