Es en esa fotografía para el recuerdo cuando desfilan ante mis ojos sus manos en mis pies de niña, su voz en mi oído, su risa en la mía, su pasado en mi presente, sus tristezas en mis líneas y sus alegrías en mis puntos suspensivos. Es en ese momento efímero cuando el resto del mundo me importa entre poco y nada, cuando lo demás está de más, cuando me gustaría parar el tiempo y guardar esa imagen en el bolsillo de mis vaqueros desgastados.
Ahí, cuando me mira como solo puede mirarme ella, cuando me intuye. Y yo me callo, despeinada y ausente entre el viento, cogida de su mano. Y me pregunta: ¿Qué piensas?
Imagino que pensaba esto, que no quiero que se acabe la canción, que ya no sé quién lleva a quién, que el tiempo pasa y que sé que me van a faltar días y me van a sobrar noches.
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