“Si no quieres ser un homeless digital, hay que tener un blog”

Lo leí hace un par de meses en el libro Urbrands, de Risto Mejide. En ese instante me sentí la más homeless digital del planeta. Vaya, que Risto, al que no conozco personalmente, creó en mí una necesidad; la de tener blog. Qué bien lo sabe hacer el tío. Por cierto, el libro me gustó bastante. Pero ahí no quedó el asunto, me hice Facebook, Twitter, Instagram -sin redes sociales también eres un poco homeless- y a partir de ese momento, como si de una señal se tratase, muchas personas empezaron a preguntarme por el blog, por el blog que aún no existía. Pues manos a la obra. Me gusta seguir los consejos de los que saben y las señales que me manda… ¿el universo?

Habemus blog. Y yo feliz, qué alegría más tonta. Me hace ilusión inaugurar este rinconcito, incluso me hace ilusión ser la nueva. Esa que entra en clase torpemente y a toda prisa, la que corre hacia la última fila y sonríe tímidamente al tendido como si fuera lo único que sabe hacer. ¿Dónde me pongo? ¿Aquí? ¿Aquí? Experimentaré esta sensación hasta que pase un tiempo prudencial, ese periodo determinante en el que se establecen pactos, muecas cómplices y críticas constructivas, o no. Imagino que tener un blog será como la vida misma.

Aviso. No entiendo de Keywords, de links no-Follow, de Google Panda, Pingüino… debo ponerme al día con los animales. Necesito un máster sencillo y directo. Si meto la pata hasta el fondo pido disculpas de antemano. Aprenderé sobre la marcha y a marchas forzadas. Prometido.

Lo que vas a leer en este blog, es lo que hay fuera. Todo desde el punto de vista de una chica que acaba de cumplir los treinta. Qué taquicardia. Sí, sí, no exagero, el tiempo pasa tan rápido que asusta. El otro día escuché que los treinta son los nuevos veinte. Mentira. Tarari que te vi. Ya escribiré un post sobre el tema. Porque en mi refugio particular voy a escribir sobre lo que quiera, sobre lo que queráis, sin cortapisas, con el corazón en la mano, a veces entre risas y otras entre emociones que no voy a contener, porque no sé. Te invito a quedarte, o puedes pasar a visitarme de vez en cuando, aquí estaré, dándole a las teclas. Y siempre, siempre, serás bienvenid@.

Besazos!